A mediados de 2005, el director de
Proceso, Rafael Rodríguez Castañeda, nos invitó a Helguera y a mí a colaborar en el semanario fundado por Julio Scherer. La propuesta era que hiciéramos una sección que apareciera en la última página de la revista, para que, los lectores –como en los buenos viejos tiempos de "Boogie, el aceitoso"– leyeran la revista de atrás para adelante.
Aceptar la invitación, implicaba para mí la salida de
Milenio, diario en el cual colaboraba en ese entonces, ya que Carlos Marín, director de
Milenio, tenía –y sigue teniendo, supongo– una obsesión enfermiza contra
Proceso, y de ninguna manera aceptaría que yo colaborara en el semanario y, al mismo tiempo, continuara haciendo mi cartón diario para el periódico.
Así fue. Salí de
Milenio en septiembre de 2005. Días después, afortunadamente, Carmen Lira me invitó a colaborar en
La Jornada.
Helguera y yo comenzamos a preparar nuestra nueva sección en
Proceso. Originalmente propusimos que se llamara
Pos eso, pero no les agradó mucho la idea de que nos pitorreáramos del nombre del semanario. Otra genial idea fue que, ya que era la última página de la revista, se llamara
Hasta atrás.

Afortunadamente la idea no prosperó y retomamos un título que ya habíamos propuesto:
Mono Sapiens.
Así, desde octubre de 2005 –y a todo color desde julio de 2006–, el
Mono Sapiens aparece cada semana en la última página de
Proceso.
Éste es uno de los primeros
Mono Sapiens, incluso con el logo anterior:

Aristeo Pedroza me preguntó cuál es el proceso para hacer el
Mono Sapiens.
Pues bien, básicamente es un desmadre. Helguera y yo nos reunimos todos los lunes en su casa alrededor de las tres de la tarde. Después de comer como unos verdaderos cerdos, y una vez que nuestros organismos están demasiado ocupados en digerir los alimentos como para que una idea llegue a nuestros cerebros, planeamos la sección. Barajamos temas y, en un cuaderno, garabateamos con dificultad algunos bocetos hasta que parecemos encontrar una idea suficiente para desarrollarse en una página de monos.
Cuando se trata de una historieta, generalmente escribimos el guión, y hacemos un boceto de la distribución de las viñetas.


Aunque hay veces que decidimos hacer un "cadáver exquisito", es decir, uno comienza la historieta y el otro la continúa de la manera que prefiera, sin habernos puesto de acuerdo previamente.
En el cuaderno dibujamos todas las ideas que van surgiendo –que suelen ser pocas–. De ahí escogemos las menos peores y nos las repartimos para que cada quien las trabaje posteriormente.




Como es natural, muchas ideas se descartan.

Finalmente, yo recopilo el material y hago un sencillo diseño de la página para enviarla a
Proceso antes del cierre de edición, que es los viernes.
El domingo siguiente, al ver la revista ya publicada, y cuando ya es demasiado tarde, se nos ocurren mil maneras de haberlo hecho mejor. Entonces, para la nueva reunión, volvemos a comer como cerdos, y volvemos a sufrir porque, otra vez, no se nos ocurre nada. Ese es, más o menos, el proceso de involución del mono en
Mono Sapiens.